Como pez en el árbol, Lynda Mullaly Hunt
Fish In A Tree • ÚnicoNube de tinta • 2016 • 240 págs.
Goodreads
En el Instituto Ally es incapaz de leer y la idea de pedir ayuda la aterroriza. Pero cuando su tutora se va de baja por maternidad y el profesor Daniels se hace cargo de su clase, su vida da un vuelco; este inmediatamente se da cuenta de que Ally simplemente padece de dislexia.
Gracias al profesor Daniels, descubrirá que las personas son mucho más que simples etiquetas, y que los grandes genios no siempre piensan como la mayoría de los mortales. ¿O es que nadie sabe que Albert Einstein, Walt Disney, Leonardo da Vinci, Beethoven o Napoleón tenían dislexia?
¡Nube de Tinta gracias por existir! El sello ya se hizo conocido por publicar esas historias que no sólo nos desconectan de la realidad por un rato si no que nos hacen reflexionar e ir un pasito más allá. Aunque no tenía idea de lo que trataba, un título novedoso y una portada llena de colores fueron suficientes para llamar mi atención, ¿que además la sinopsis mencionara la dislexia como su conflicto principal? I was in!
Como pez en el árbol es la historia de una niña -Ally- que lucha constantemente con la letras, para que estas se queden tranquilas y le permitan darles sentido, pero en general siempre pierde la batalla por lo que la escuela se convierte en un calvario personal. Sus compañeros se burlan de ella y ya está tan acostumbrada a los comentarios que prácticamente se ha convencido de que realmente es estúpida. ¿Cómo es que todo el resto puede leer con fácilidad mientras que ella no? Claramente debe haber algo mal con ella. Sufrí mucho en esos momentos, es increíble que incluso un personaje ficticio que es tratado de esa forma me cause impotencia.
El problema es que al principio pareciera que ni siquiera lo intenta, que se hubiera rendido y decidido ser lo que los otros esperan. Y me molestó. Hasta que notas que en realidad no es así, que sí está esforzandose por lograr ser como los demás, aunque no lo parezca en el comienzo. Pero el cambio no llega de un minuto a otro, en realidad se produce un quiebre en la rutina del colegio cuando un nuevo profesor, el Sr. Daniels, llega a hacerse cargo del nivel en el que está Ally. Es él quien descubre algo que el resto nunca fue capaz de interpretar: la niña no es "estúpida", simplemente tiene dislexia.
Es el señor Daniels quien le enseña sobre la consufión que se producen las letra y cómo algunos de los personajes más brillantes de la historia (Da Vinci, Einstein, etécé) han sido como ella. Los personajes secundarios también juegan un papel algo estereotipado en la historia: el grupo de chicos que hace bulliying sin parar, el resto de chicos no populares pero que se sienten al menos un poco identificados, otro chico que también tiene problemas y nos permite poner las cosas en perspectiva y el resto de los profesores, un grupo en el que destaca la poca vocación o descuido total al no notar antes qué es lo que sucede con la protagonista.
La verdad es que a pesar de ser un cliché y muy de esta onda coming-of-age que tienen la mayoría de los libros de este sello, la historia es muy muy bonita. Yo soy una llorona y lo digo con orgullo, pero hay momentos en que de verdad sentí toda la frustración que la protagonista vive, la pena por ver la falta total de confianza en sí misma, la rabia al leer a los mismos profesores hablar de ella como si fuera inferior al resto y la alegría de ver cómo cambiaban las cosas no sólo para ella, si no para el resto del elenco también. El Sr. Daniels me recordó en parte al Sr. Brown de La lección de August, con ese amor por enseñar que transmite a cada uno de los niños a su cargo. Es -junto a uno de los compañeros de Ally- mi personaje favorito.
Probablemente lo más triste del libro es ver cómo es un reflejo de la actualidad de nuestro sistema educacional, ese que mide la inteligencia basada en la nota de un examen y no en las cualidades individuales de cada persona. Un programa que se sigue en base a lo que "deberían saber" y que no se planea de acuerdo al progreso de los niños. La monotonía de completar los 45 minutos de una clase. Lo mecánico de todo. Por supuesto no todo es así, pero no podemos negar que en general vivimos en un sistema donde un niño con nota insuficiente es tildado de tonto por el resto y el daño que le puede hacer no ayudarlo a alcanzar su potencial de acuerdo a sus habilidades.
Por esto mismo creo que Como pez en el árbol no sólo es un libro para entender nosotros -o los niños- el impacto de la dislexia, si no también un libro ideal para pensar en la docencia y la verdadera vocación, tal vez para reencantarse con la educación y observar el impacto que una sola persona puede llegar a provocar cuando realmente se compromete con la enseñanza. Me saco el sombrero ante esos profesores que provocan cambios, y ante el Sr. Daniels quién ayudó a Ally a entender por qué las aves nadan y los peces vuelan.
El problema es que al principio pareciera que ni siquiera lo intenta, que se hubiera rendido y decidido ser lo que los otros esperan. Y me molestó. Hasta que notas que en realidad no es así, que sí está esforzandose por lograr ser como los demás, aunque no lo parezca en el comienzo. Pero el cambio no llega de un minuto a otro, en realidad se produce un quiebre en la rutina del colegio cuando un nuevo profesor, el Sr. Daniels, llega a hacerse cargo del nivel en el que está Ally. Es él quien descubre algo que el resto nunca fue capaz de interpretar: la niña no es "estúpida", simplemente tiene dislexia.
Es el señor Daniels quien le enseña sobre la consufión que se producen las letra y cómo algunos de los personajes más brillantes de la historia (Da Vinci, Einstein, etécé) han sido como ella. Los personajes secundarios también juegan un papel algo estereotipado en la historia: el grupo de chicos que hace bulliying sin parar, el resto de chicos no populares pero que se sienten al menos un poco identificados, otro chico que también tiene problemas y nos permite poner las cosas en perspectiva y el resto de los profesores, un grupo en el que destaca la poca vocación o descuido total al no notar antes qué es lo que sucede con la protagonista.
La verdad es que a pesar de ser un cliché y muy de esta onda coming-of-age que tienen la mayoría de los libros de este sello, la historia es muy muy bonita. Yo soy una llorona y lo digo con orgullo, pero hay momentos en que de verdad sentí toda la frustración que la protagonista vive, la pena por ver la falta total de confianza en sí misma, la rabia al leer a los mismos profesores hablar de ella como si fuera inferior al resto y la alegría de ver cómo cambiaban las cosas no sólo para ella, si no para el resto del elenco también. El Sr. Daniels me recordó en parte al Sr. Brown de La lección de August, con ese amor por enseñar que transmite a cada uno de los niños a su cargo. Es -junto a uno de los compañeros de Ally- mi personaje favorito.
Probablemente lo más triste del libro es ver cómo es un reflejo de la actualidad de nuestro sistema educacional, ese que mide la inteligencia basada en la nota de un examen y no en las cualidades individuales de cada persona. Un programa que se sigue en base a lo que "deberían saber" y que no se planea de acuerdo al progreso de los niños. La monotonía de completar los 45 minutos de una clase. Lo mecánico de todo. Por supuesto no todo es así, pero no podemos negar que en general vivimos en un sistema donde un niño con nota insuficiente es tildado de tonto por el resto y el daño que le puede hacer no ayudarlo a alcanzar su potencial de acuerdo a sus habilidades.
Por esto mismo creo que Como pez en el árbol no sólo es un libro para entender nosotros -o los niños- el impacto de la dislexia, si no también un libro ideal para pensar en la docencia y la verdadera vocación, tal vez para reencantarse con la educación y observar el impacto que una sola persona puede llegar a provocar cuando realmente se compromete con la enseñanza. Me saco el sombrero ante esos profesores que provocan cambios, y ante el Sr. Daniels quién ayudó a Ally a entender por qué las aves nadan y los peces vuelan.
Gracias a Penguin Random House por el ejemplar