El aprendiz del espectro (El séptimo hijo)
The Spook's Apprentice · Las crónicas de ward #1Roca (PRH) · 2015 · 222 págs.
Goodreads
Thomas Ward tiene trece años, es el séptimo hijo de un séptimo hijo, y vive feliz en una granja junto a sus padres, su hermano, y su cuñada embarazada. Todo cambia cuando, una tarde, viene a buscarlo un Espectro para llevárselo como aprendiz. Junto a él deberá enfrentarse a criaturas malignas: brujas, boggarts, espíritus y aparecidos. Thomas no quiere marcharse pero su madre, que tiene poderes ocultos, insiste en que ésa es su obligación y su misión en el mundo. Así pues, no tiene más remedio que obedecer.
Siendo absulutamente sincera, mi motivación para leer este libro fue: Salió una película basada en él y Ben Barnes es el protagonista y está en la portada. The end. Esto mismo (por no haber leído antes ninguna reseña) me llevó a creer que la historia era algo distinto a lo que me encontré: una historia de caracter casi infantil/pre-teen que me recordó más a los primeros libros de Potter o Percy Jackson y a la que me costó encontrarle el gusto.
La vida de granjero no me aburría, y lo que ellos llamaban la ciudad no era más que un villorrio perdido en medio de la nada. Desde luego no era el lugar donde quería pasar el resto de mi vida. Así que, en cierto modo, no le hacía ascos a la idea de convertirme en espectro; era mucho más interesante que ordeñar vacas y echar estiercol.
El personaje principal es Thomas, un niño de 13 años que resulta ser el séptimo hijo de un séptimo hijo y aunque su padre es una persona común y corriente, su madre dista mucho de serlo. El ser un séptimo hijo le permite optar por un destino bastante poco común: convertirse en aprendriz del Espectro. Thomas es abstante inocente pero se adapta rápidamente a las enseñanzas de su maestro, sometiéndose a pruebas como pasar la noche en una casa donde un esposo celoso mató a su esposa y la enterró en el sótano y sigue repitiendo su rutina cada noche, o aceptando sin mayores problemas que un boggart le prepara el desayuno y las niñas con zapatos en punta no son de confiar. El espectro es el epítome del misterio, nunca diciendo toda la información necesaria, con una cierta dualidad que hace difícil confiar en él y una tendencia a dejar que Thomas decida en situaciones delicadas.
Por lo que mí respecta, como percibo cosas que otros no notan, no era capaz de trabajar en los pastos del norte porque desde allí oía el crujido de las sogas y el gemido de las ramas que tenían que aguantar el peso de los ahorcados. Y oía cómo los muertos del otro lado del monte se ahogaban y se asfixiaban.
A pesar de que la historia es entretenida, el que fuera tan predecible me mató un poquito la magia de la historia. Todo es demasiado marcado (en las personalidades) y obvio (en el desarrollo general de la historia... o tal vez he leído tantos libros que ya nada me sorprende...), aunque hacia los capítulos finales si tuvieron un par de giros inesperados. El misterio/terror también juegan a favor de la historia y podría ser particularmente atrayente para lectores dentro del rango de los 12-15 años que seguro querrán saber qué más ocurrirá con Thomas en su etapa de aprendiz.
El teorema de Katherine, John Green
An abundance of Katherines
Nube de tinta · 2015 · 316 págs.
Según Colin Singleton existen dos tipos de persona, los que dejan y los que son dejados. Él, sin duda, pertenece al segundo. Su última ex, Katherine XIX, no es una reina, sino la Katherine número diecinueve que le ha roto el corazón. Para escapar de su mal de amores, y con el propósito de hallar un teorema que explique la maldición de las katherines, Colin emprende junto a su amigo Hassan una aventura que le llevará a Gutshot, un pueblecito de Tennessee, y a la sospecha de que en la vida, la inteligencia no siempre es la mejor compañera de viaje.
Con la cantidad de reseñas buenas y terribles que había leído de este libro no tenía idea de qué esperar (y todavía no estoy segura de la puntuación que le asigné), pero debo decir que estoy agradablemente sorprendida. Recordemos que los últimos dos libros de Juanito Verde que leí (Ciudades de papel y Buscando a Alaska) no fueron santos de mi devoción, pero este tuvo algo que mantuvo mi interés en la historia a pesar de los muchos lateros momentos matemáticos en que me pasé varios minutos apreciando mis clases de matemática y estadística.
Cuando se trata de chicas (y en el caso de Colin sucedía a menudo), cada cual tiene su tipo. El tipo de Colin Singleton no era físico, sino lingüístico: le gustaban las Katherines. No las Katies, Kats, Kitties, Cathys, Rynns, Trinas, Kays o Kates, y mucho menos las Catherines. KATHERINE. Había salido con diecinueve chicas. Y todas ella se llamaban Katherine. Y todas ellas, todas y cada una de ellas, lo había dejado.
Nuestro protagonista, Colin, es un chico prodigio constantemente preocupado por no ser un genio. Verán, los prodigios aprenden rápido las teorías que otros ya han descubierto, mientras que los genios tienen el intelecto necesario para crear sus propias teorías. Esto ha marcado a Colin, y desde el primer capítulo (con un chico bastante patético, que llora y vomita porque su novia lo dejó), nos damos cuenta que también ha marcado sus relaciones personales. Así entra en escena Hassan -Juanito debería escribir un libro solo de personajes secundarios, sería genial- su mejor amigo musulmán que tampoco tiene muy en claro qué hacer con su vida y propone un roadtrip de sanación y olvido de Katherines para su amigo... aunque STOP, el roadtrip dura no más de un capítulo antes de que acabar en un pueblito donde afirman tener la tumba del Archiduque Francisco Fernando (alguien con quien Colin siente una extraña conexión) y donde vivirán la mayor parte de esta historia.
Le gustaban todos los libros, porque le gustaba el mero acto de leer, la magia de convertir los garabatos de una página en palabras dentro de su cabeza.
Al fin hemos dejado atrás las metáforas: las reemplazamos con álgebra y geometría, donde las característica de tu ex-novia se convierten en letras elevadas al cuadro, el tiempo que pasaron juntos en funciones y su relación acaba reflejada en una parábola (literalmente, el libro está lleno de gráficos). Pero aunque a veces fue aburrido, no les voy a mentir, me gustó salir del mar de metáforas que suele ser Juanito, de las chicas misteriosas que acaban siendo pedantes y protagonistas masculinos que no hacen más que sufrir. Bueno, sí, Colin lo hace también... pero escucha. Cuando su amigo le habla de cómo se siente con su actitud: cambia, su fijación no es eterna y eventualmente se da cuenta que "ser importante para el mundo" no lo es todo en la vida. Una historia sin muchas florituras, contada únicamente desde el POV de Colin, lleno de matemática ridícula, un apéndice aburrido, una cacería de cerdos salvajes que acaba con disparos a un panal de abejas y el misterio de una fábrica que fabrica cordeles para tampones. Puede que a muchos no les haya gustado, pero al menos yo, prefiero a este John Green.
Gracias a PRH por los ejemplares
¡Se acaba enero! Voy a llorar porque amo enero y febrero pasa en un suspiro. No queda más que aprovechar las vacaciones de verano que nos quedan aquí en Chile leyendo ;)