La dama de las Camelias, Alexandre Dumas Hijo
La Dame aux Camélias • ClásicoPRH • 2017 (1848) • 256 págs
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La dama de las camelias es una de las novelas más populares de todos los tiempos. Adaptada al teatro y al cine innumerables veces, inspiró incluso una de las óperas más celebradas del XIX: La Traviata, de Giuseppe Verdi.
La obra cuenta la imposible historia de amor entre Armand Duval, un apuesto joven de alta alcurnia, y Marguerite Gautier, una bella y angélica cortesana. Juntos tratan de desafi ar las rígidas convenciones sociales de su tiempo, entre el esplendor y la hipocresía del París de 1840.
Novela romántica por antonomasia, La dama de las camelias, que presentamos ahora en una nueva traducción, mantiene intacta la capacidad de seducción que la ha hecho ingresar en el imaginario común.
«Narro un hecho real, que quizá sería mejor callar si no creyera que de vez en cuando es preciso dar a conocer los martirios de estas personas a las que condenamos sin escucharlas y despreciamos sin valorarlas. »
Todos los meses Penguin Random House publica un par de nuevos títulos en su colección Penguin Clásicos y uno de los títulos seleccionados durante agosto fue La dama de las Camelias, uno de mis libros favoritos desde la primera vez que lo leí hace unos 10 años. El clásico francés de mediados del siglo XIX tiene drama, romance y un final trágico para la protagonista, y lo más curioso de todo es que está inspirando en una experiencia real del autor.
Marguerite asistía a todos los estrenos teatrales y pasaba todas las veladas en espectáculos o en bailes. Cada vez que se representaba una nueva obra, no cabía duda de que allí estaría, con tres cosas que siempre llevaba consigo y que colocaba en la parte delantera de su palco de platea: sus gemelos, una bolsa de dulces y un ramo de camelias.
El libro nos cuenta la historia de amor entre la cortesana más famosa de París y el burgués sin demasiado dinero del que se enamoró, y que la llevó a vivir los mejores y peores momentos de su breve vida. Todo comienza con la escena de una subasta, a la que nuestro narrador —de quien nunca sabremos el nombre, sólo que descubrió en esta una historia digna de ser contada— se siente atraído por la gran cantidad de personas de la alta esfera social que parece interesarse por el evento. El remate es en la casa de Marguerite Gautier, quien se entera ha muerto hace sólo un par de días, y los acreedores están deseosos de comenzar a vender lo poco que queda de ella de una vez. Mujeres refinadas se pasean por el lugar, curiosas de ver por primera vez —mientras fingen desconocimiento de la identidad de la dueña— el reflejo del estilo de vida de una persona que despreciaban pero a quien parecían envidiar su libertad.
Compadecéis al ciego, que nunca ha visto los rayos del sol, al sordo que nunca ha oído los acordes de la naturaleza, al mudo, que nunca ha podido dar voz a su alma, pero, bajo el falso pretexto del pudor, os negáis a compadecer la ceguera del corazón, la sordera del alma y el mutismo de la conciencia, que vuelven locas a las desdichadas que los padecen...
El narrador se encuentra sin saber por qué pujando por un libro que no tiene de especial más que una dedicatoria en la primera página, a pesar de sólo haber conocido a la muchacha de vista. Es así como eventualmente recibe en su casa la visita de un agitado caballero delgado, alto, pálido y golpeado por la pena: Armand Duval. Armand ha viajado desde el extranjero con la esperanza de ver a Marguerite antes de su muerte —que ella predice próxima en una carta enviada al jóven—, pero no ha logrado llegar a tiempo y ahora realmente se ha separado de la mujer que amaba para siempre. Así, entre fiebres y lágrimas Armand decide contar su breve, poco correcta e intensa historia de amor.
Recordaba esa historia, y como yo quería sufrir por aquella mujer, temía que me aceptara demasiado deprisa y que me concediera enseguida un amor que quería ganarme con una larga esperera o un gran sacrificio. Los hombres somos así, y está muy bien que la imaginación otorgue esta poesía a los sentidos, y que los deseos del cuerpo hagan esta concesión a los sueños del alma.
Primero es necesario saber un poco de Marguerite, una de las mantenidas más famosas de París. Delgada a un punto poco saludable, pálida, de cabellos negros y apariencia frágil en general, está acostumbrada a aparecer en los eventos más importantes de las veladas, casi siempre acompañada de Prudence —una ex-mantenida de mayor edad— y algún caballero que financie sus caprichos por dulces. Se ha ganado su apodo por la costumbre de llevar siempre consigo un ramito de camelias, a veces blancas y a veces rojas. Al menos era así hasta que su tuberculosis la obliga a retirarse de la capital, donde conoce a un anciano duque que le ofrece una protección monetaria y su figura partenal a cambio de que abandone esa vida, lo que Marguerite cumple al menos durante un tiempo. La primera vez que Armand ve a Marguerite es antes de la enfermedad y de inmediato se siente enamorado de ella... aunque no salga demasiado bien parado de ese primer encuentro.
Yo no decía nada. Parecía que toda mi alma se había trasladado a mi corazón, y todo mi corazón a mis ojos.
Es luego del regreso a París varios meses después que el azar quiere que se vuelvan a encontrar, y esos sentimiento que el joven creía difuminados regresen con vengaza a su persona. A pesar de tener título de abogado, Armand —al igual que la mayoría de los jóvenes de la época que disfrutaban del dinero a costa de deudas o ganacias por propiedades familiares— nunca ejerció y no tiene un ingreso que le permita estar con una mujer como ella de forma exclusiva, y no son pocos los que se lo advierten en distintas ocasiones. Pero Armand está enamorado de una forma en que sabe que lo llevará a la ruina, y con sus palabras y promesas logra convencer a la chica de que lo acepte como su amante, dando inicio a una relación intensa, llena de declaraciones, celos e ilusiones de una pareja que está dispuesta a enfrentarse al mundo hasta que el mundo decide que eso no es lo correcto. El dinero y la propiedad siempre están primero.
Tú, que no crees que mi cariño sea lo bastante desinteresado para compartir conmigo tu fortuna, con la que podríamos vivir felices juntos, y prefieres arruinarte porque eres esclavo de un ridículo prejuicio. ¿Acaso crees que comparo un coche y joyas con tu amor? ¿Crees que para mí la felicidad consiste en las vanidades, con las que nos contentamos cuando no estamos enamorados, pero que se convierten en totalmente mezquinas cuando amamos?
El libro de Dumas nos habla durante gran parte de la historia de lo injusto de la vida de estas mujeres mantenidas, la frialdad con la que se trata el dinero y la relevancia de él en la sociedad de ese entonces, cómo se veían obligadas a venderse como un producto para terminar solas una vez que su tiempo pasaba, pero por supuesto el autor no es tan atrevido como para darle un final feliz a Marguerite. Todo tiene su sitio, y Dumas convierte a la protagonista en una mártir durante los capítulos finales, contándonos incluso su sufrimiento físico —las cartas de Marguerite siempre acaban conmigo llorando— y donde deja claro que su sacrificio por el futuro matrimonio de una chica casta que ni siquiera conoce es lo que la redime y hará digna de ser recibida por Dios en el cielo, a pesar de su vida como pecadora. La sociedad de la época podía sufrir leyendo la historia de la chica, pero luego la iglesia y la moral volvían a salir victoriosos al llegar a la última página.
Cuando la vida se ha acostumbrado a algo, como a aquel amor, parece imposible que esa costumbre se rompa sin que haga también añicos todos los demás resortes de la existencia.
Quiero hacer un paréntesis para hablar de la historia real de Marie Duplessis, la mujer que inspiró el personaje de nuestra protagonista. Marie era una chica de campo que fue golpeada por su padre durante su infancia, su madre intentó sacarlas adelante a ella y su hermana luego de escapar del hombre, pero acabó muriendo de tuberculosis, por lo que a los 11 años fue enviada a vivir con su tía. Ahí fue violada por un trabajador de la casa y devuelta a su padre, quien comenzó a venderla a otros hombres acaudalados a esa corta edad. Marie llegó a París luego de huír con un circo y fue en esa ciudad donde conoció a su primer amor, que se ocupó de educarla e instruirla como al resto de las damas, pero que la abandonó luego de que su familia se opusiera a su relación. Marie había aprendido diversas cosas durante ese tiempo y gracias a ello acabó convirtiéndose en una de las cortesanas más famosas de París. Entre sus relaciones estuvo la que mantuvo con Dumas Hijo por poco menos de un año, pero aparentemente igual de intensa que la de nuestros protagonistas, a pesar de tener un final algo distinto. Dumas se marchó a España y ella se casó con un Conde, aunque su posición duró cerca de un año antes de morir de tuberculosis. Dumas se enteró de su muerte cuando regresó de su viaje, al igual que Armand en el libro. Marie tenía sólo 23 años al momento de su muerte y fue la curiosidad de la gente por saber más de ella lo que probablemente hizo al libro tan exitoso.
Usted sabe lo que es amar a una mujer, sabe que los días se hacen cortos y que con amorosa pereza nos dejamos arrastrar al día siguiente. Conoce usted ese olvidarlo todo que surge del amor impetuoso, confiado y compartido. [...] Todo ser, menos la mujer amada, nos parece inútil en la creación. Cada día descubrimos en nuestra amante un nuevo encanto, una voluptuosidad que no conocíamos.La vida ya no es más que un continuo cumplimiento de un deseo constante...
La dama de las Camelias es un libro que si fuera publicado el día hoy como una historia contemporánea no funcionaría: es imposible negar lo inverosímil de ese amor que Armand siente desde la primera mirada, lo machista de sus observaciones gran parte del tiempo, lo obsesivo e incluso tóxico que se sienten a veces sus sentimientos —en una línea habla realmente de tal vez llegar a matarla para que nadie más sepa lo que es estar con ella— y la facilidad con que Marguerite se vuelve una mártir... pero en el contexto histórico, en el clásico que es, son todas esas cosas las que nos llevan a sentir dolor por la historia de la pareja, lo que nos lleva a leer cada página incluso sabiendo desde el primer momento cómo va a terminar todo. Es una tragedia, sí, pero es eso mismo lo que la convierte en una historia tan memorable.
... me he dado cuenta de que me amas por lo que soy yo, no por lo que eres tú, mientras que los demás solo me han amado por sí mismos.
Gracias a Penguin Random House por el ejemplar
Otras ediciones
Me lloré el final del libro anoche, como siempre 😭 Si quieren saber un poquito más de Marie, aquí hay un enlace. Nunca llegará el día en que no sufra con Marguerite, amigos. Also, amo la portada húngara (rosada con flores) 💖
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