Mi Realidad de Tinta: La casa del reloj en la pared (John Bellairs)

La casa del reloj en la pared (John Bellairs)

La casa del reloj en la pared, John Bellairs

The House with a Clock in Its Walls Lewis Barnavelt #1
Alfaguara 2018 256 págs.
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Después de la muerte de sus padres, Lewis debe irse a vivir a la mansión de su excéntrico tío Jonathan. Pronto descubre que su tío y su vecina, la señora Zimmermann, no solo son un poco extraños, sino que ambos son magos.

Pero ¿qué es ese inquietante tic-tac que resuena en la casa? ¿Qué peligros se esconden dentro de las paredes de la mansión?
  «Creía en la magia, aunque le habían enseñado a no hacerlo. Su padre se había pasado una tarde entera explicándole que los fantasmas se debían a los rayos X que rebotaban desde planetas lejanos. Pero Lewis era un muchacho testarudo.»

Hello there! Me he pasado gran parte de este mes celebrando a Chile o sumergida en El archivo de las tormentas de Brandon Sanderson, por lo que caaaasiii había olvidado que entre las novedades de este mes de Penguin Random House existían un par de libros más que llamaron mi atención. A modo de break de la complejidad del Cosmere, decidí comenzar ayer a este pequeño del que sólo sabía que tendría una adaptación con Jack Black y Cate Blanchett. Trae una especie de sobrecubierta —que es sólo una lámina con el póster de la película— bajo la que se encuentra esta bonita ilustración de Lewis en la casa de High Street. 

Todo comienza en el año 1948, con Lewis Barnavelt en un bus camino a New Zebedee. Sus padres murieron recientemente en un accidente automovilístico, dejándolo huérfano y sin nadie que se haga cargo de él en su hogar. El pequeño se dirige ahora este nuevo pueblo a vivir con su tío Jonathan —un hombre al que jamás ha visto— con una vieja maleta de cartón que su padre trajo de la guerra, llena de libros y soldaditos de plomo. El tío Jonathan tiene una barriga prominente, una barba pelirroja y blanca y una apariencia, en general, excéntrica. Esta primera impresión del niño no cambia mucho cuando el hombre se queda parado casi como en estado de trance cuando se escuchan las campanadas de un enorme reloj. 

El resto de los relojes de la casa se unieron al de la repisa de la chimenea. Lewis se quedó sentado, embelesado, escuchando los agudos dindones, los leves tictacs, el melodioso sonido de timbres eléctricos, los cucús de los relojes de cuco y los profundos y siniestros gongs chinos que rugían: gong, gong, gong...

Pero pronto eso queda olvidado, con la velocidad que solo un niño puede lograr, cuando llegan a la enorme mansión en High Street que será el nuevo hogar de Lewis. En la casa de al lado vive la señora Zimmermann quien —también se ve bastante extraña— es amiga de Jonathan y pronto se gana a Lewis con galletas y dulces —una de sus cosas favoritas en el mundo además de los libros históricos que hablan de batallas. ¡Y tanto su tío como la vecina son magos! Hay cosas en la casa que se mueven, el espejo de la sala muestra imágenes extrañas, los ventanales cambian, incluso los naipes parecen ser especiales. El niño se adapta rápidamente a todo, aunque también nota que la casa está llena de una enorme cantidad de relojes y una noche sorprende a su tío con una linterna, recorriendo los pasillos de la mansión y haciendo cosas extrañas con ellos. ¿Por qué es que los adultos están tan preocupados por un reloj?

La casa del reloj en la pared es spooky —¡perfecto para octubre!— entretenido y súper rápido de leer. Lo primero que me sorprendió fue que la edición original es de 1973 y es el inicio de una serie de 12 libros sobre Lewis. Un libro fírmemente middle-grade, tiene a un protagonista que se mete en varios aprietos por sus ganas de encajar y de mantener interesado al único otro niño en la escuela que le presta atención durante un tiempo. Lewis nunca ha sido popular, es pésimo en los deportes y muchas veces los niños se burlan de él por ser más gordo que el resto, así que cuando uno de los niños comienza a hacerle compañía por estar lesionado, es sencillo sentir cómo Lewis se aferra a él a pesar de los desaires que el otro chico comienza a hacerle una vez que se ve enfrentado a que la magia es más real de lo que él y el resto de la gente del pueblo piensa.

Ya tenía los ojos secos. Se había hartado de llorar. De repente se dio cuenta de que últimamente lloraba mucho. Así no iba a arreglar nada. Pensar tal vez fuera de alguna ayuda, aunque no estaba seguro.

La dinámica entre Jonathan y la señora Zimmerman me sacó varias risas porque se pasan casi la totalidad de sus conversaciones intercambiando insultos y luego tomando leche y comiendo galletas. El ver cómo Jonathan se interesa por Lewis también es bonito, a pesar de no ser una historia que peque de profunda, hay actitudes  que demuestran que se interesa por su sobrino y nunca lo presiona cuando el chico se emociona por sus padres, cosa que muchos libros más actuales fallan en reconocer: alguien que perdió a su familia recientemente no se va a olvidar de ese hecho sólo porque ahora la magia sea algo real, y ese dolor siempre debería ser reconocido por el resto.

Si hubiera leído este libro a los 12-14 años creo que me hubiera encantado, tiene un aire de misterio y terror sin ser sangriento o demasiado violento, pero en este punto de mi vida lectora —Gaiman me arruinó para los libros infantiles spooky— no puedo negar que la trama no es gran cosa e incluso el misterio del reloj se desaprovecha bastante durante un 90% del libro, convirtiéndose en algo secundario al bulliying que sufre Lewis. La primera aventura de nuestro protagonista tiene magos, brujas, eclipses, cementerios, persecusiones y un eventual fin del mundo que se acerca con cada tic-tac que el reloj imposible de encontrar da, y —a pesar de mis peros personales— creo que es un gran inicio para esta serie que espero sigan publicando porque quedé con todas las ganas de saber quién es el nuevo personaje que Lewis menciona en el último capítulo 🙊

 Gracias a Penguin Random House por el ejemplar

Otras ediciones

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Tardé 3 horas en leer este libro y parte de ese tiempo lo pasé en un bus rodeada de distracciones. Fue justo lo necesitaba para recargar energías y seguir Palabras radiantes ;)

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